El discipulado debe comenzar con una relación de encarnación. Es esencial que se dé en un estilo de acompañamiento (no mediante el entrenamiento por teléfono o en un entorno de grupo grande). Solo en una relación auténtica y amorosa una persona reconoce el poder del modelo de vida a vida a medida que avanza hacia la transformación del corazón.
Sean discípulos. Hagan discípulos. En el discipulado intercultural, relacionarse en persona se vuelve aún más crucial. Este enfoque fomenta una mayor comprensión, ya que podemos observar a la persona y escuchar su lenguaje emocional en situaciones de la vida real. Genera credibilidad y confianza para que el mentor pueda hablar eficazmente en la vida de una persona en momentos cruciales.
El coaching a distancia sólo debe realizarse cuando las personas ya se conocen y cuando el enfoque está puesto en las habilidades y competencias del ministerio. Es muy difícil llegar al corazón de una persona sin la confianza y el amor de la relación y el poder físico y la presencia de relacionarse y compartir la vida juntos.
Aunque proclamar la verdad de Dios en un contexto de grupo grande (ya sea evangelístico o de enseñanza) es vital, nada puede reemplazar el mandato de nuestro Señor de ir y hacer discípulos.
Tres características del discipulado relacional
1. Buenas preguntas para el aprendizaje profundo
El discipulado relacional está diseñado para facilitar el aprendizaje en lugar de decirles a los demás qué hacer. En este marco, se fomenta la relación y quienes reciben el discipulado se involucran activa y personalmente en el proceso de aprendizaje. El papel del mentor no es ser escuchado, sino desarrollar habilidades para escuchar y hacer que los demás hablen con preguntas que los hagan reflexionar mientras caminamos junto a ellos.
2. Cambio de personaje
En este contexto, aquellos a quienes discipulamos asumen la responsabilidad de integrar la verdad bíblica que cambia su carácter, no solo les llena la cabeza de conocimiento, sino que los capacita para adaptarse y aplicar principios y habilidades a medida que avanzan en la vida y les proporciona un entorno seguro para procesar lo que están aprendiendo.
3. Compartir conocimientos
Para ser claros, el discipulado relacional no es solo escuchar. Implica reflexión y confrontación amorosa cuando es necesario, cuando se pide permiso para compartir las ideas que Dios proporciona. Debido a que se fomenta la relación, el mentor adquiere discernimiento sobre cómo adaptar las oportunidades de aprendizaje a los estilos de aprendizaje de aquellos a quienes está discipulando.
A través del discipulado relacional que abarca etapas más largas de la vida, saboreamos la alegría de ver a Dios desarrollar a su pueblo con la visión y la dirección del llamado que Él tiene para sus vidas. Al unirnos a ellos en el proceso de convertirse en seguidores de Cristo, nuestro papel no es el de ser vistos. Más bien, pasamos a un segundo plano para apoyar, alentar y brindar recursos a los discípulos a medida que avanzan con fe para participar en todo lo que Dios ha preparado para ellos antes de la fundación del mundo.
Acerca de los autores
Steve Meeker , graduado del Seminario Moody, se desempeña como director de Leadership Lab International y está agradecido por las oportunidades que tiene el equipo de LLI para brindar aprendizaje experiencial, tutoría y discipulado para líderes cristianos en formación.
Jim Feiker, uno de los mentores de Steve que ahora está con el Señor, escribió que aunque el modelo de discipulado relacional puede ser difícil de entender y medir para otros, quienes lo experimentan no solo lo valoran, sino que sus vidas cambian para siempre.
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